Diecisiete años atrás muchos aficionados de la Unión Balompédica Conquense nos congregamos en la Cafetería Sandro, en pleno centro de Burgos, para ver por televisión la primera gran victoria del que a posteriori se ha convertido en el mejor tenista español de siempre.

Pero este post no va dedicado a mi ídolo mallorquín, sino que lo escribo para rememorar aquella maravillosa tarde blanquinegra que comenzó en la orilla del río Arlanzón. Con Pepito a la cabeza y ocho chavales bajo su responsabilidad nos subimos unas horas antes al autobús que nos trasladó desde Cuenca hasta la ciudad del Plantío, el estadio donde el Conquense jugaría la ida de las semifinales por el ascenso a la categoría de plata del fútbol español.








El encuentro acabó empate a cero, pero el recuerdo es imborrable. La grada local nos gritaba «Ea, ea, ea la aldea se cabrea» porque les dimos un baño en cuanto a cánticos. Recuerdo estar toda la semana despistado en las clases del instituto, pensando y escribiendo canciones para repartirlas en el autobús entre todos los que viajábamos a animar a la Balompédica. Fue un viaje espectacular y me invade la nostalgia de pensar que un día pudimos disfrutar de un equipazo como aquel en mi ciudad.

Dicen que los tiempos pasados siempre fueron mejores y no suelo estar de acuerdo, pero en este caso no me queda otra que aceptarlo. ¿Volveremos a soñar alguna vez con ver a la Balompédica con opciones de ascender a Segunda División? Ahora mismo suena a utopía pero yo siempre tendré la esperanza de que alguna vez así sea. ¡VIVA LA UNIÓN BALOMPÉDICA CONQUENSE!
