El combinado de la Unión Soviética le tenía cogido el pulso a la Selección Italiana. Los transalpinos cayeron eliminados tanto en la Copa Mundial de la FIFA de 1966 como en la Euro de 1964. El sorteo quiso que ambas selecciones se volvieran a ver por tercera vez consecutiva en las semifinales del europeo del 68, pero ahí cambió la fortuna y no lo conjunto italiano acabó logrando el pase a la final.
En un partido jugado bajo condiciones climatológicas adversas, las ocasiones fueron pocas y muy espaciadas, llegándose al final con empate a cero. El lanzamiento de una moneda decidió el pase de Italia a la final.
«Me junté con el capitán ruso y fuimos al vestuario juntos, acompañados por dos directivos de las dos selecciones. El árbitro sacó una moneda dorada y yo elegí cruz. Y fue la decisión adecuada porque Italia se clasificó para la final. Subí corriendo las escaleras de un estadio todavía lleno. 70.000 aficionados esperaban el resultado. Con mis celebraciones se dieron cuenta de que podían festejar la victoria italiana».
Giacinto Facchetti, capitán de Italia.
«Fue especial para mí porque jugaba en el Nápoles por aquel entonces (y el partido era en Nápoles). Nos quedamos con diez hombres a los cinco minutos porque Rivera se lesionó. En aquella época no había suplentes, así que jugamos prácticamente todo el partido con diez jugadores. Nos concentramos en defender bien. Fue un gran triunfo superar todas las rondas de clasificación y llegar a la final, aunque fuera con el lanzamiento de una moneda».
Dino Zoff, portero de Italia.
La final la disputaron Italia y Yugoslavia. El resultado fue de empate a uno, pero en esta ocasión no hubo moneda al aire, sino que se repitió el partido dos días después y la «Azzurra» venció por 2-0 en el Olímpico de Roma, consiguiendo así la primera de las dos Eurocopas que desde este verano tienen los italianos en su palmarés.