Contraste de sensaciones las que tenían el Rayo Vallecano y la la SD Eibar antes del partido de ayer en Madrid. Los armeros llegaban al Estadio de Vallecas en plena euforia, después de realizar el que probablemente sea el mejor partido de sus 78 años de historia. Bien distinto era el caso de los rayistas, quienes todavía no habían ganado en casa. Con todo ello, la receta a elaborar por Mendilibar parecía bastante evidente: repetir equipo y salir con la intención adelantarse en el marcador para ahondar en la herida del rival. No fue así.
La primera mitad resultó pareja, pero la sensación era que si la balanza se inclinaba hacia alguno de los dos lados, ésta se decantaría por el Eibar. Los vascos presionaban bien en campo rival y tuvieron el encuentro dominado. Sin embargo todas sus llegadas solían acabar con el mismo final: centros sin rematador. Fue así constantemente, a excepción de un gran cabezado de Joan Jordán llegando desde atrás. Piasaba la línea de fondo Orellana por un costado y José Ángel y Cucurella por el otro, pero los centros carecían de destinatario. Sergi Enrich era un islote abandonado. El menorquín crece cuando Kike o Charles le ayudan con el trabajo sucio.
Incomprensible la suplencia de Kike García
Goleador frente al Real Madrid y con la moral por las nubes, Kike parecía suponer una claro escollo para la continuidad de Míchel como entrenador del Rayo Vallecano. Su dupla con Enrich, amenzaba a una defensa que está sufriendo mucho durante este primer tercio de Liga. Todos parecían verlo menos él, Mendilibar.
El técnico vasco ha demostrado con creces lo excelente entrenador que es. Sus números y la fiabilidad de su equipo así lo hace. Sin embargo, en ocasiones le cuesta ser valiente. Sobre todo fuera de casa. Kike se encargó de demostrarle su error. En los veintiocho minutos que estuvo sobre el verde, el delantero de Motilla del Palancar fue el más destacado de los suyos. Las bajó al piso de todos los colores. Cayó bien a banda derecha. Forzó faltas peligrosas y algún que otro córner. Se vio entonces a un Eibar más peligroso y fue precisamente Kike quien tuvo la mejor ocasión, en un remate de zurda que atajó bien Dimitrievski. Por cierto, el ariete entró sustituyendo a Jordan yendo ya por detrás en el electrónico. Quizá lo suyo hubiera sido prescindir de un mediocentro y retrasar ahí al canterano Perico.
Los ingredientes estaban para elaborar el pastel de los tres puntos. El director de orquesta tenía en su mano dar con la tecla para poner la guinda. No supo. No pasa nada. Todos se equivocan. Todos nos equivocamos. Pero ayer, justo ayer en Vallecas, el miedo fue el factor clave. Del 4-4-2 contra un grande al 4-5-1 ante un equipo herido. Difícil de entender este planteamiento. Pero ya sabéis amigos, SER VALIENTE NO ES FÁCIL.