El Atlético de Madrid recibió una merecida goleda por del Borussia Dortmund. Cuatro goles a cero supone un resultado sin precedentes en la era Simeone. Si uno mira el resultado sin haber visto el partido podría pensar que a los rojiblancos les dieron un baño de fútbol desde el primero hasta el último minuto. Sin embargo, la realidad fue bien distinta. El primer gol llegó cerca del descanso, de rebote, en una de las primeras llegadas de los locales. Los otros tres fueron al final, en poco espacio de tiempo, tras un quiero y no puedo empatar de los rojiblancos. Una imagen vale más que mil palabras y la de este artículo lo dice todo. Diego Costa y Antoine Griezmann no están viendo portería. Se habla de Rodri, de Thomas, de Juanfran y parece olvidarse lo más importante. Sin marcar goles es imposible ganar un partido. Es por ello que el equipo les necesita cuanto antes.

Comenzó el Atlético bien plantado, dando imagen de equipo poderoso y sin complejos, a pesar del imponente escenario y del poderoso rival. Fue así durante los primeros veinticinco minutos, cuando se fue igualando poco a poco la contienda. El dominio inicial de los colchoneros se reflejaba en control del esférico, pero no en ocasiones de peligro. He ahí uno de los principales problemas del Atleti en este inicio de temporada. Tiene dos delanteros de nivel mundial y da la sensación de que en la delantera sigue estando Gameiro. Con todo el respeto para el ahora valencianista, la vuelta de Diego Costa presuponía una conexión letal junto a Antoine Griezmann, pero la misma no se está produciendo en este comienzo de curso. Más allá de algunos momentos puntuales, como frente al Mónaco o contra el Brujas, la dupla atacante más esperada por Simeone no da el miedo esperado. El francés lleva cuatro partidos sin apenas presencia (Getafe, Betis, Villarreal y Borussia), mientras que el delantero de Lagarto no encadena tres o cuatro encuentros consecutivos que le permitan coger continuidad.
El resumen del partido es sencillo: el transcurso de la primera mitad hacía pensar que el empate sin goles llegaría hasta el descanso, pero un disparo de Witsel, desviado desafortunadamente por Lucas, supuso el uno a cero en el electrónico. La reanudación permitió ver a un gran Atlético, que mereció el empate, pero que se vio incapaz de meter la pelotita entre los tres palos. Dos disparos al póster evitaron el tanto colchonero y errores defensivos impropios de un equipo de Simeone ayudaron a recibir una goleada sonrojante. Mejor ahora que luego. Mejor esta situación que la del año pasado. Si «La Bella y la Bestia» vuelven a sonreir, también lo hará el Atlético. Ya saben, sin goles no hay fiesta.