Ha transcurrido ya una semana desde que Francia se problamó Campeona del Mundo. La resaca mundialista se va pasando poco a poco y parece que no todos los aficionados futboleros valoran mérito del campeón. Que si no juegan a nada. Que si son el antifútbol. Que si se dejó a Rabiot fuera… Muchas pegas para una única realidad: el trofeo está en París.
Pero, ¿qué hizo bien el equipo francés para alcanzar la gloria? A continuación los tres principales motivos que bajo mi parecer fueron la clave para lograr salir vencedores.
Un líder en el banquillo
Diddier Deschamps dio a conocer la lista de convocados para el Mundial de Rusia el pasado 17 de mayo. En la misma había alguna que otra sorpresa, pero sobre todo llamó la atención la ausencia de centrocampistas creativos, especialmente la del talentoso jugador del PSG Rabiot. Los amantes del fútbol combinativo criticaban su no citación y el argumento para hacerlo era que durante el campeonato se echaría de menos jugadores con su perfil a la hora de atacar a defensas cerradas. Sin embargo, el seleccionador galo tenía las ideas bastantes claras y en su línea medular prefería el músculo al talento. ¿Por qué motivo pensaba así? Deschamps no veía necesario tener la posesión ya que confiaba en sus delanteros para crear las ocasiones de gol. La presencia de tipos con un físico privilegiado les permitiría llegar al área rival en apenas unos pases. El tener la pelota sin ser un cojunto vertical podría llegar a ser contraproducente, ya que tipos como Mbappé no son tan interesantes sin espacios. Lejos de verse afectado por las posibles críticas, Didier tuvo su idea de juego siempre clara y los suyos la interpretaron tan a la perfección que les dio para campeonar.
Balón parado
Tres de tres en penaltis y dos tantos después de ejecutar un saque de esquina. El balón parado ha sido un arma letal de los galos durante este torneo. El tanto de Varane para abrir la lata contra Uruguay y el de Umtiti frente a Bélgica en la semifinal resultaron decisivos. Ambos goles vinieron precedidos de un magnífico golpeo de Antoine Griezmann, poniendo el balón donde tenían ensayado.
Dos delanteros de nivel mundial
Una selección a diferencia de un club no puede cubrir sus necesidades a base de fichajes. Existen combinados nacionales excelentes en casi todas sus líneas pero que sin embargo carecen del crack que te decide los partidos. Alemania es un claro ejemplo de gran plantilla sin un atacante de plenas garantías. Igual sucede en otros países. Francia por su parte, a falta de uno tiene dos: Antoine Griezmann y Kylian Mbappé.
El astro rojiblanco entiende cada día mejor el sentido del juego. Lee a la perfección la necesidad de la jugada y ejecuta casi siempre la opción correcta. Además, como mencioné anteriormente, su talentosa pierna izquierda es un filón a balón parado, lo que sumado a que es el primer defensor de su equipo convierten a Antoine en una estrella mundial de un valor incalculable.
La otra joya francesa es un niño de diecinueve años. El desparpajo del velocísimo jugador del PSG es inusual a su edad. Para el recuerdo quedará su carrera que provocó el penalti durante el partido contra la selección de Argentina. «Donatello», como es conocido Mbappé dice haber llegado para hacer historia y desde luego lleva camino de conseguirlo.