Ni Alemania, la actual campeona del mundo. Ni Bélgica. Ni Brasil. Ni Francia. Ni Argentina, Ni a Uruguay. Tampoco la reciente ganadora de la Eurocopa: Portugal. A ninguno de ellos tendrá que enfrentarse la Selección Española de fútbol para tratar de alcanzar la Finalísima del próximo día 15 de julio en Moscú. Da la sensación de ser un juego de la Play Station, porque ni en el mejor de los sueños se pone todo tan de cara. A ellas hay que sumarle a Holanda, a Chile y a Italia, que son las grandes ausentes de esta cita mundialista.

DE MÁS A MENOS EN LA FASE DE GRUPOS
Me ha sorprendido la queja de algunos futbolistas españoles por las críticas recibidas. Y lo ha hecho porque esto es como cuando se indignan porque tienen cláusulas demasiado altas y su equipo no les quiere vender, pero bien que cuando firmaron e iban unidas a una subida de sueldo no se les escuchó rechistar. Pues lo mismo sobre las críticas de ahora y la diferencia respecto a las recibidas tras cada partido en la fase de clasificación, donde se realizó un papel sensacional y como tal los jugadores solamente leían y escuchaban alabanzas. Ahí poco salió ninguno a pedir moderación por parte de los medios de comunicación.
Ganar, ganar y volver a ganar como hizo «La Roja» conlleva exigencia. Ser campeón del mundo y bicampeón europeo en apenas seis años regala un papel de favoritismo que pesa. El aficionado español exige y ve el torneo desde una perspectiva ilusionante. ¿Por qué? Porque sabe que hay un equipazocandidato a poner la SEGUNDA ESTRELLITA sobre el escudo.
España dejó sensaciones más positivas que negativas tras el encuentro frente a Portugal. Comenzó mal, reaccionó. Se encontró con un susto inesperado al filo del descanso. Reaccióno otra vez. Y encima puede decirse que el juego fue bastante aceptable.
Sin embargo no fue así en los dos partidos siguientes, como tampoco lo había sido en los amistosos previos a la cita. El debate sobre si con Julen hubiera sucedido esto o lo otro es estúpido, puesto que siempre será una mera hipótesis. ¿Mejor que se hubiera quedado? ¿Por qué? ¿Mejor así? ¿Por qué? Ni tú, ni yo, ni nadie sabemos lo que piensan los jugadores. Unos creerán que la decisión ha sido correcta. Otros no. Es así y nadie tendrá la razón absoluta. No seré yo quien saque pecho si se gana porque esté de acuerdo en que su cese fue acertado, pero tampoco me convencerá nadie de lo contrario si la cosa va como no va a ir (o eso quiero).
MOMENTO DE ENTRENADOR
A Hierro hay que exigirle, con criterio pero hay que hacerlo. Es verdad que es un seleccionador interino. Es cierto que no pudo realizar su elección de futbolistas. No es menos veraz que tomar decisiones a estas alturas es complicado. Sí, sí, todo ello está fuera de toda duda, pero el malacitano tiene ante sí la oportunidad de su vida. Si gana o hace un buen papel pasará a la historia. Sino, caerá en el olvido y será uno más que deja paso al siguiente.

Lo único que ha dejado claro es que su portero va a ser David De Gea. Lo ha dicho públicamente y me parece bien. Si lo ha decidido es la forma rápida y eficaz de acabar con un debate que solamente podría provocar más perjuicios que beneficios. Los otros diez componentes del once ante Rusia nadie los sabe.
Yo le doy mi voto de confianza. No me han convencido mucho el enfoque de sus alineaciones, pero lo que menos me ha gustado ha sido el largo tiempo de reacción hasta realizar cambios. Sin embargo, Fernando Hierro está ante el momento. EL SUYO. LLegó la hora de tomar decisiones, que para eso está ahí. Decisiones que no tienen que implicar cambios, simplemente eso, decisiones. Como la que ha tomado en la portería. Había debate externo y se ha encargado de cerrarlo de un portazo. Pues así, igual con todas las líneas. Recuerden, aunque llegó de rebote, es un privilegiado y hay oportunidades que no vuelven. Todos llevamos un seleccionador dentro pero solamente uno puede elegir. Él verá.
¡SIN CONFIANZA NO HAY ILUSIÓN Y YO NUNCA DEJO DE CREER!